Ciencia

Un Estudio Revela Por Qué Los Niños Aprenden Tan Rápido A Hablar

Los niños pequeños aprenden el lenguaje mucho más rápido que los adolescentes o los adultos y un estudio ha revelado el motivo: se debe a cómo los padres adaptan la forma en que les hablan, utilizando oraciones más complejas a medida que mejora la fluidez.

Este es el hallazgo de expertos de la Universidad Carnegie Mellon, quienes midieron cómo los padres y cuidadores cambian el uso del lenguaje para que coincida con el conocimiento de los niños. El estudio ha sido publicado en Psychological Science.

Los investigadores descubrieron que los padres forman modelos extremadamente precisos del vocabulario de sus hijos, que utilizan mejor cuando hablan con ellos.

«Sabemos desde hace años que los padres hablan con los niños de manera diferente que con otros adultos de muchas maneras», dijo el autor del artículo y psicólogo Daniel Yurovsky, de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Pensilvania (EE UU).

Los padres, explicó, a menudo adaptan la conversación a sus hijos hablando más despacio, en un tono más alto y «simplificando su habla, duplicando palabras y alargando los sonidos de las vocales». También hacen preguntas para medir la comprensión.

«Esto ayuda a los niños pequeños a familiarizarse con el lenguaje, pero no sabíamos si los padres cambian la forma en que hablan a medida que los niños adquieren el lenguaje, dándoles a los niños información sobre el lenguaje que es ‘perfecta’ para aprender lo siguiente», añade Yurovsky.

En su estudio, el profesor Yurovsky y sus colegas reclutaron a 41 padres y les asignaron una tarea similar a un juego en un entorno natural en el que tenían que ayudar a sus respectivos hijos a elegir un animal específico de un conjunto de tres. Esto se repitió 35 veces.

La mitad de los animales del juego eran aquellos que los niños normalmente aprenden antes de los dos años, como ‘gato’ o ‘vaca’, mientras que el resto son aquellos que normalmente no se aprenden hasta más tarde en la vida, como ‘leopardo’ o ‘pavo real’.

Mientras las parejas jugaban al juego, los investigadores pudieron medir las diferencias en la forma en que los padres hablaban sobre los animales que pensaban que sus hijos conocerían en comparación con aquellos que pensaban que no les serían familiares.

«Los padres tienen un conocimiento increíblemente preciso del idioma de sus hijos porque los han visto crecer y aprender», dijo el profesor Yurovsky. «Estos resultados muestran que los padres aprovechan su conocimiento del desarrollo del lenguaje de sus hijos para afinar la información lingüística que brindan», añadió.

Esto, explicó el profesor Yurovsky, es similar a la forma en que se enseñan temas como las matemáticas en una progresión lineal. «Cuando vas a la escuela, comienzas con álgebra y luego tomas geometría plana antes de pasar a cálculo», dijo. «La gente habla con los niños usando el mismo tipo de estructura sin pensar en ello. Están rastreando cuánto sabe su hijo sobre el lenguaje y modificando su forma de hablar para que los niños los entiendan», sentenció.

El equipo también descubrió que los padres usan varias técnicas para ayudar a sus hijos a identificar animales ‘desconocidos’, más comúnmente empleando descriptores que, en contraste, ya eran familiares.

Las pruebas, dijo el profesor Yurovsky, «confirman experimentalmente las ideas que hemos desarrollado sobre la base de las observaciones de cómo los niños y los padres se involucran en el hogar».

«Descubrimos que los padres no solo usaron lo que ya sabían sobre el conocimiento del lenguaje de sus hijos antes del estudio, sino que también, si descubrieron que estaban equivocados, cambiaron la forma en que hablaban sobre ese animal la próxima vez», dijo el profesor.

Según los investigadores, su estudio tenía algunas limitaciones. Por ejemplo, si bien la composición de los sujetos reflejaba la composición racial de los Estados Unidos, los participantes tendían a tener un nivel de educación mayor de lo que es típico en la nación.

Además, el equipo no evaluó de forma independiente el conocimiento de los niños sobre cada animal, ni tampoco comprobó si los niños aprendieron el nombre de algún animal nuevo durante el curso de las pruebas.

Según el profesor Yurovsky, los hallazgos del estudio también pueden tener aplicación en el desarrollo de inteligencias artificiales. «Estos resultados podrían ayudarnos a comprender cómo pensar en los sistemas de lenguaje de aprendizaje automático», explicó.

«En este momento, entrenamos modelos lingüísticos dándoles todos los datos lingüísticos que podemos tener en nuestras manos a la vez. Pero podríamos hacerlo mejor si pudiéramos proporcionarles los datos correctos en el momento adecuado, manteniéndolos en el nivel correcto de complejidad para el que están preparados», concluye Yurovsky.

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Mundo Espacial

Cultivar Tomates En La Luna O Marte Podría Ser Una Realidad: La Misión De Los Agricultores Espaciales

El desarrollo de la agricultura en la Luna o Marte se entrevé fundamental en un futuro cercano. Producir alimentos en el espacio es la llave para los posibles asentamientos humanos. Miles de investigadores trabajan en buscar una solución. Uno de estos equipos es español.

La tecnología define el avance de la civilización. Si preguntamos qué invento ha revolucionado la existencia humana, las respuestas serían variadas. El teléfono, Internet o los automóviles sonarían más de una vez. Menos lo harían la penicilina o la electricidad, a pesar de su importancia. En un mundo que corre más que camina, es difícil no dejarse llevar por el deslumbre de las nuevas creaciones. Sin embargo, para llegar a las pantallas y la alta velocidad, hay que fijar unos cimientos. Una base técnica, pero también social. Probablemente, a la cuestión anterior, casi nadie pronunciaría la palabra agricultura.

Una técnica milenaria que permitió al ser humano pasar del nomadismo al sedentarismo. La producción de alimentos fue germen del comercio y de la creación de sociedades más complejas. Cultivar la tierra supuso el nacimiento de la civilización en los valles fértiles de Oriente Medio, China o América Central. «La agricultura nos hizo dar un salto evolutivo enorme. Es el punto de partida de cualquier asentamiento», reconoce el ingeniero José María Ortega a Sputnik Mundo. El siguiente paso es llevarla al espacio.

En la actualidad, más de 3.400 proyectos en todo el mundo investigan cómo cultivar en suelo extraterrestre para permitir la instalación de colonias humanas en otros cuerpos celestes. Entre ellos, uno es español. Su nombre es Green Moon Project. Al igual que el resto, su objetivo es conseguir dotar de independencia alimenticia a las futuras misiones espaciales. «Llevar unos tomates a la Luna cuesta millones de euros. Además, tardarían unos tres días en llegar. Si hablamos de Marte, tendríamos que esperar hasta seis meses. Si queremos avanzar, no solo en la exploración espacial, sino también en la creación de poblaciones en suelo extraterrestre, necesitamos aprender a cultivar en el espacio», indica Ortega, coordinador general del proyecto.

Compuesto por un equipo de ingenieros y biólogos, Green Moon Project arrancó en 2016 en la Universidad de Málaga. Lo hizo al calor de distintos concursos espaciales. Participaron en un certamen de Google, que quedó desierto. Más tarde, fueron seleccionados entre más de 3.000 propuestas en la competición Lab to Moon, celebrada en la India. Incluso, viajaron al subcontinente. Pero, contratiempos en el calendario dejaron la prueba sin ganadores. Esto no les hizo desistir. El proyecto siguió madurando y en 2019 obtuvo su recompensa: un acuerdo de colaboración con el Centro de Exploración Espacial de la Universidad de Chongqing (China). Casi un año antes la sonda china Chang»e 4 consiguió posarse sobre suelo lunar y hacer brotar una semilla de algodón.

«Hemos unido sinergias con los investigadores chinos y hemos relanzado Green Moon Proyect. Integramos geología planetaria, biología vegetal e ingeniería espacial», comenta el coordinador general.

Precisamente, de la mano de China, el equipo español sueña con subir a la Luna. Y es que el trabajo conjunto realizado con el gigante asiático podría traducirse en un despegue en 2022. Y no es la única opción. Green Moon Project también tiene la posibilidad de embarcarse en el programa Artemisa de la NASA y ha sido preseleccionado por la Agencia Espacial Europea (ESA) para viajar en un gran aterrizador logístico en el que se probarán varias tecnologías. No obstante, el líder del proyecto pide prudencia. «Hay que ser precavidos para decir fechas», recuerda Ortega.

¿Cómo Cultivar En El Espacio?

«Llevar los invernaderos de Almería a la Luna. Ese es el objetivo», ríe el ingeniero. Una explicación que puede parecer laxa, pero que resume a grandes rasgos el concepto del proyecto. Y es que, para cultivar fuera del planeta, es necesario crear una serie de estructuras que fomenten el crecimiento de la planta. «No es tirar una semilla y esperar que crezca», explica.

Los investigadores de Green Moon Project han invertido horas en el diseño y puesta a punto de una cápsula que integre todas las tecnologías necesarias para impulsar la agricultura extraterrestre. Al espacio viajaría este artefacto, un cilindro de 15 centímetros de base y 30 centímetros de altura. Un pequeño modelo, situado unos metros por encima del suelo lunar, que servirá para experimentar cómo crecen las plantas. Este podría ser la base de los futuros invernaderos en el satélite.

Unas estructuras que deberán contar con sistemas que garanticen la luz necesaria para la fotosíntesis, temperatura, humedad, dióxido de carbono, presión media equivalente a la existente al nivel del mar y oxígeno. El equipo de científicos españoles ya ha llegado a varias soluciones. Por ejemplo, reutilizar el oxígeno que emiten las propias plantas o utilizar generadores artificiales para apañar la falta de Sol.

No obstante, los mayores problemas de la agricultura espacial provienen de la gravedad y la radiación. En el caso de la primera, solo se podrán conocer sus efectos sobre los vegetales cuando estos estén fuera de la Tierra. «Creemos que como en la Luna la gravedad es seis veces menor que en nuestro planeta, la planta crecerá más rápido, ya que se aceleraría el transporte de nutrientes», hipotetiza Ortega. Por otro lado, para combatir la radiación, además de utilizar la propia cápsula, Green Moon Project considera que hay que cultivar bajo la superficie. «En la Luna no hay una atmósfera protectora y en Marte es muy fina. Plantar en el exterior es completamente imposible. Necesitamos un ambiente controlado y protegido», expone Ortega.

Motivo por el que Green Moon Project ha viajado a Lanzarote. En la isla canaria existen unas formaciones denominadas tubos de lava. Se trata de unas cuevas originadas a partir del paso del magma caliente. Un tipo de cavidad volcánica también hallado en la Luna, Marte o Venus. En su interior es donde se instalarían los huertos espaciales, al reducirse la radiación cósmica. Incluso, las futuras colonias humanas.

Apoyados por el Cabildo y Geoparque de Lanzarote, Instituto de Geociencias y Red Española de Planetología y Astrobiología, los investigadores del proyecto ya experimentan en territorio lanzaroteño. Y no solo por la presencia de los tubos de lava. El regolito, capa de materiales no consolidados, basáltico de la isla es muy similar al de nuestro satélite. Por ello, los expertos estudian cómo las plantas obtienen los nutrientes de los terrenos volcánicos insulares. Trabajo que realiza la empresa colaboradora Innoplant, especializada en la adaptación de suelos a los cultivos. «Se está evaluando cómo reaccionan los vegetales a tres tipos de suelo distintos: uno terrestre, otro específico de Lanzarote y uno que simula al lunar. Es interesante analizar el comportamiento en este último, ya que sería importante poder utilizar los recursos del astro».

«Además, se está probando qué semillas serían las mejores para una primera toma de contacto. Hemos ensayado con lechuga, tomate y rábano. Podrían ser las primeras, aunque tampoco lo tenemos del todo claro», afirma el coordinador general del programa.

Por otro lado, el propio regolito podría servir de protección. Más allá de los tubos de lava, el experto en geología planetaria Jesús Martínez Frías prepara este material para fabricar unos escudos alrededor de la futura estructura de los invernaderos para protegerlos de las emisiones solares y la radiación galáctica.

Pero, antes tiene que llegar la cápsula de Green Moon Project a la Luna. Los resultados que obtenga en un futuro podrían ser claves para desentrañar las posibilidades de la vida vegetal más allá de la Tierra. En caso de éxito, el siguiente paso es Marte. Investigadores de la Universidad de Georgia ya han comenzado a experimentar con réplicas del suelo marciano.

«Creo que en 2040 o 2050, veremos humanos en la Luna. El objetivo final es convertir al ser humano en una especie interplanetaria sostenible. Y todo pasa por la agricultura», sentencia Ortega. La civilización comenzó a andar al ritmo de la azada y la guadaña en el Creciente Fértil. Así lo hizo en la Tierra. A base de brazos robóticos, podría despertar en la Luna o Marte. La revolución común en ambos momentos es la agricultura. No el móvil.

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Sociedad

Tiene Cinco Años Y Es Un Genio Con Las Matemáticas

noticias insolitasMEXICO.-De no creer, Miko tiene cinco años pero resuelve problemas matemáticos que un adulto podría dar vueltas y vueltas hasta llegar al resultado.

Miguel Secillano III es un niño de cinco años totalmente normal, que juega y hace las travesuras propias de su edad, sin embargo deja a todos boquiabiertos cuando de matemáticas se trata, es capaz de calcular el volumen de figuras geométricas y resolver problemas de de circuitos eléctricos sin ayuda de nadie.

«Con dos años ya leía, fue entonces cuando supimos que tenía buena memoria y lo animamos a leer más», explica a ‘Teknautas’ Philip John Secillano, el padre de Miko.

A los tres años, Miko podía nombrar en el mapa cualquier país y relacionarlo con su bandera. Ahora muestra interés por muchas cosas y muy variadas: en los últimos tiempos son la física, la anatomía y los idiomas. «Quiere aprender español y chino mandarín», asegura el padre.

Miko cumplirá seis años en diciembre, y Secillano asegura que de momento va a un colegio privado en el que «disfruta» y que «sacia» sus ganas de aprender.

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